8 de febrero de 2010

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Sin miramientos, ni anhelos... sin sueños ni miradas hacia atrás, he superado la prueba. He pasado la hoja, y no creo volver mirar hacia atrás durante un largo período de tiempo.


El juego significa un pasado para mí, por lo que no sé si continuar con los cargos que bajo mi nick aún cuelgan.

No quiero ser un hueco a rellenar, pero ante las circunstancias me he permitido tomar distancia de todo aquello que una vez logró hacerme un augurio de magia y sueños, en un juego que al final se tornó perjudicial.

Hoy me levanto con la mirada de frente, con la frente en alto y el espíritu intacto, sabiendo que mi esfuerzo y mi osadía no quedaron olvidados, que mi sabiduría y frialdad serán un ejemplo y mis ideales la antorcha por mantener encendida.

Sí, porque yo me fuí, guindé los guantes, pero aquellos que aún están allá dentro, bregando con las posibilidades de seguir o abandonar, tienen el mando, tienen la batuta, y tienen la oportunidad de crear un mejor ambiente y seguir triunfando.

Hoy me levanté con una lista de escasos guerreros, ante un mandato exagerado en ley. Con precipitadas formas, que han ido asfixiando al grupo, y que han ido espantando a los mejores.

Y quiero terminar esta entrada con esto último, Gracias Paulo Coehlo por estas palabras:

Ali venció la prueba, tomó el dinero y fue hasta la casa de su amigo: “Tu me dijiste que querías algo en pago”.

Aydi le respondió: “Si, pero no en dinero. Prométeme que, si en algún momento el viento frío pasa por mi vida, encenderás para mi el fuego de la amistad.”


Es eso, lo único que me queda. Una llama encendida, un calor que aún pocos me hacen quemar, caminando hacia otra frontera con la esperanza de encender más fogatas, fogatas que hasta el momento se empezaron a encender, y me abrigan con un calor desinteresado.